Se conoce como hernia discal torácica, aunque muchos la conocen como hernia discal dorsal. Se trata de una patología degenerativa de la columna vertebral. Si bien esta patología degenerativa es muy frecuente en toda la población adulta, la localización torácica es bastante atípica e infrecuente.

Las estadísticas marcan que un caso de cada 100.000 habitantes que sufren de problemas de espalda padecen hernia discal dorsal. A diferencia de las hernias discal cervical o hernia discal lumbar, es una patología muy poco frecuente, debido en parte a la posición de la caja torácica que le sirve de apoyo o férula, y descarga parte de las fuerzas que se pueden aplicar en los discos intervertebrales dorsales. Además, la columna dorsal no tiene tanto rango de movilidad como la zona lumbar o cervical; normalmente no solemos realizar esfuerzos que requieren un punto de apoyo en la región vertebral dorsal.

Hernia discal dorsal ¿Cuáles son sus síntomas?

Los síntomas más frecuentes son dolor en el costado desde la espalda, hormigueos en el tronco, genitales o extremidades inferiores, falta de fuerza y alteraciones de la sensibilidad al tacto en las extremidades inferiores, alteraciones al orinar o defecar, alteraciones en la actividad sexual. Estas manifestaciones se deben a la afectación de la raíz nerviosa a ese nivel dorsal, con dolor radicular, y a la afectación de la médula espinal, con alteración desde ese nivel de las vías motoras y sensitivas hacia las extremidades inferiores. 

Realizarse una exploración neurológica cuanto antes proporcionará mucha información al especialista, permitiendo valorar diferentes diagnósticos. Un retraso en el diagnóstico o un tratamiento inadecuado prolongará las molestias del paciente y en algunos casos podría hacer progresar la patología.

HERNIA DISCAL DORSAL

Tratamiento conservador de una hernia discal dorsal

Por lo general, el tratamiento suele ser conservador. Se prescriben medios farmacológicos orales, terapia física rehabilitadora e infiltraciones y/o bloqueos. Sin embargo, hay un porcentaje de estos pacientes que no experimentan mejoría con este abordaje conservador. En estos casos suele recomendarse una cirugía.

Resultados de una cirugía

Es fundamental realizar un estudio radiográfico preoperatorio en profundidad antes de plantear el tratamiento quirúrgico. El riesgo quirúrgico más importante es el de agravar las lesiones neurológicas durante la resección de la hernia discal, sobre todo si la hernia está calcificada y adherida al saco dural, e incluso intradural. 

¿Qué se consigue con el tratamiento quirúrgico? 

Con la intervención se consigue eliminar el obstáculo discal que comprime la médula espinal torácica. Por tanto, se debe resecar la hernia discal torácica y descomprimir la médula espinal de forma satisfactoria para lograr la mejoría de las lesiones neurológicas. 

La cirugía está indicada en aquellos casos en los que el paciente no responde a las técnicas percutáneas para el dolor y presentan una clínica de compresión medular, una vez se ha contrastado en resonancia y TAC que existe esta hernia. El 90% de los pacientes obtiene buenos o excelentes resultados. 

Actualmente, para esta patología, se realizan incisiones más pequeñas y mínimas mediante el uso de la microscopía y la endoscopía. Dos abordajes más habituales:

  • Transpleural endoscópico: se realizan varias incisiones en la zona torácica antero-lateral del paciente en decúbito lateral. De esta manera, se accede a la cavidad pulmonar. Mediante el uso de un endoscopio podemos visualizar toda la zona a tratar y por el resto de las incisiones introducimos el resto de instrumental para trabajar.
  • Abordaje microscópico: se realiza una incisión (10 cm aproximados) en la zona torácica antero-lateral del paciente para poder acceder a la zona anterior del disco o vértebra torácica.