El nombre suena a lesión compleja y poco frecuente, pero la deshidratación del disco intervertebral es una dolencia muy común de la columna. Hoy les vamos a hablar de esta patología habitual, especialmente entre pacientes mayores de 50 años.

Qué es la deshidratación del disco intervertebral

Lo primero que hay que saber es que los discos intervertebrales tienen distintas funciones, como amortiguar para evitar lesiones o distribuir las cargas generadas en la espalda. Permiten la flexibilidad de la columna y actúan como amortiguadores durante las actividades diarias, como caminar, correr y saltar.

Los discos -veintitrés en total en la columna vertebral- se componen de dos partes:

1) el núcleo pulposo, que es una sustancia gelatinosa que suministra amortiguación a la columna espinal.

2) el anillo fibroso, un anillo cartilaginoso que rodea el núcleo pulposo y que lo mantiene intacto cuando se aplican fuerzas a la columna espinal.

Al estar los discos vertebrales compuestos en su mayoría por agua (88%), el núcleo puede secarse, aumentando así su composición en colágeno y disminuyendo su grosor.

Un disco vertebral con estas características va perdiendo poco a poco su capacidad de amortiguar y distribuir fuerzas. Como consecuencia de esto, se desarrollan fisuras y cavidades, lesiones que generan muchas molestias en la espalda.

Los primeros signos de alerta

El dolor en la espalda y limitación del movimiento son las dos primeras señales de alerta. Otros síntomas pueden ser la sensación de opresión en la espalda y el entumecimiento de la región lumbar.

El dolor en la espalda y limitación del movimiento son las dos primeras señales de alerta

De ser persistentes es necesario hacer pruebas radiológicas para comprobar si existe pérdida de hidratación o pérdida de anchura del disco intervertebral.

Causas y tratamientos de la deshidratación de disco

El envejecimiento contribuye a la deshidratación del disco intervertebral, aunque esta lesión puede darse también en personas menores de 50 años. Las malas posturas al sentarse o al levantar peso son factores que contribuyen a esta dolencia.

Los antecedentes familiares también pueden explicar su aparición. Además, es común que esta alteración surja como consecuencia de accidentes automovilísticos y durante la práctica de algunos deportes, sobre todo los de combate.

Los tratamientos, que deben contar siempre con la supervisión de un profesional, van desde las sesiones de fisioterapia y la prescripción de medicamentos para aliviar el dolor, hasta una intervención quirúrgica en casos con sintomatologías muy agudas.

Los buenos hábitos de vida y la hidratación, especialmente en épocas con temperaturas elevadas, son fundamentales tanto para la prevención como para la mejoría de los cuadros clínicos.