La espalda tiene muchas zonas que son sensibles a molestias y lesiones. La región lumbar es de las más propensas a los trastornos físicos que alteran la calidad de vida de los pacientes. La espondilolisis es un ejemplo: se trata de una rotura (lisis) en la lámina de la vértebra.

En algunas personas esta patología es congénita, es decir, nacen con ella. Otras, en cambio, padecen esta lesión como consecuencia de las tensiones que soportan sus vértebras cuando practican algún deporte, ya sea por un traumatismo directo, por un giro brusco de la columna o por la extensión crónica de la espalda.

En el primero de los casos, el hueso no llega a formarse. Existe una separación entre la articulación facetaria y el resto de la lámina desde el nacimiento y se mantiene de forma constante a lo largo de la vida.

En el segundo caso, en el que el hueso se forma correctamente, la lámina vertebral se rompe a consecuencia de un golpe o de un mal movimiento. Suele tardar entre 6 y 9 meses en repararse espontáneamente.

Cuando la espondilolisis existe en ambos lados (izquierdo y derecho), la vértebra puede deslizarse hacia delante o hacia atrás, apareciendo una espondilolistesis (el deslizamiento de una vértebra sobre otra). Sin embargo, son pocos los casos clínicos que derivan en esta segunda -y más compleja- lesión. 

Síntomas y diagnóstico

síntomas espondilolisis

Habitualmente, la espondilolisis no causa ningún síntoma concreto y específico. Su hallazgo, muchas veces, se da de manera casual en un un examen radiográfico. Eso ocurre, especialmente, en las espondilolisis que aparecen como consecuencia de un defecto de formación del hueso.

En cambio, las espondilolisis que aparecen a raíz de una fractura o de traumatismos repetidos sí pueden causar dolor en la zona vertebral.

Esto es muy importante para entender que el dolor de un paciente con signos radiológicos de tener espondilolisis no necesariamente suele provenir de esta patología. En muchos casos se trata de una lesión asintomática que arrastra toda su vida.

Además de la radiografía, para diagnosticar la espondilolisis es necesario hacer una gammagrafía ósea, sobre todo cuando la imagen radiográfica no es clara o conviene descartar enfermedades generales (como infecciones o tumores).

También aporta información vital para el profesional médico a cargo para confirmar y distinguir si la espondilolisis se debe a la falta de formación del hueso o a su rotura. Si se debe a la falta de formación de hueso, la gammagrafía es normal. En las espondilolisis por rotura del hueso, la gammagrafía detecta esa rotura durante 7 días a partir del momento en el que se produce.

Tratamiento de la espondilolisis

La mayoría de los pacientes mejoran con sesiones de fisioterapia y con rutinas de estiramientos y ejercicios de fortalecimiento. Solo en los casos más graves, en los que se produce una fuerte compresión nerviosa, es necesaria la cirugía para fusionar las vértebras.

La aplicación de calor o hielo ayuda a aliviar las molestias inmediatamente después de la actividad que ha causado el dolor. Se recomienda la aplicación de calor para relajar los músculos y promover el flujo de sangre y un entorno de curación, no más de 15-20 minutos seguido.

La fisioterapia también ayuda, ya que es muy importante elongar los músculos isquiotibiales dos veces al día para aliviar la tensión en la parte baja de la espalda. El programa de ejercicios debe controlarse y aumentar gradualmente con el tiempo. Además, la manipulación manual ayuda a reducir las molestias mediante la movilización de la articulación dolorosa de la disfunción.