En uno de los últimos blog, hablamos de una patología llamada espondilolisis, la rotura en la lámina de una vértebra. En esta oportunidad, pondremos la lupa sobre la espondilolistesis, el deslizamiento de una vértebra hacia adelante.
Esta lesión ocurre, generalmente, con las vértebras lumbares más bajas (L4 o L5), por lo que se trata de una afección que puede llegar a comprimir la médula espinal. También, aunque más infrecuente, puede producirse a nivel cervical.
Muchos pacientes conviven con la espondilolistesis sin darse cuenta, sin tener síntomas. Puede tratarse de una anomalía congénita (de nacimiento), degenerativa o secundaria a algún problema vertebral.
En algunas ocasiones, una espondilolistesis puede ser la responsable de una estenosis del canal lumbar o de lo que se conoce como un síndrome de la cola de caballo, cuando el haz de nervios que se extiende desde la parte inferior de la médula espinal está comprimido o dañado.
El desplazamiento de la vértebra puede ocurrir para adelante (anterolistesis) o para atrás (retrolistesis).
Entre las causas más frecuentes de esta lesión, aparecen los problemas congénitos en las vértebras, los accidentes o traumatismos vertebrales, las enfermedades degenerativas de la columna (artrosis, por ejemplo) y las enfermedades reumatológicas (artritis reumatoide)
¿Cuáles son los síntomas que provoca la espondilolistesis?
La mayoría de los pacientes que padecen esta patología refiere mucho dolor y debilidad al estar de pie o caminar. Las molestias suelen irradiarse por la espalda, muslos y piernas. También es común que se tensen los músculos isquiotibiales, como así también la pérdida de control de esfínteres. El dolor en la ciática es otro de los síntomas que reportan muchos pacientes.
Otro rasgo característico de la espondilolistesis es que puede alterar el aspecto de la persona afectada. Por ejemplo:
- Provoca que sobresalga el abdomen
- Hace que el torso parezca más corto.
- Lomo hundido: curvas demasiado profundas en la parte inferior de la espalda
- Caminata tipo “pato”.
Diagnóstico y tratamiento
Para diagnosticar una espondilolistesis se requiere de pruebas de imagen, ya sea una radiografía de columna, un TAC o una RMN.
Los médicos definen la gravedad de esta enfermedad utilizando una escala de 1 a 5. El grado 1 marca que el 25% de una vértebra se ha desplazado hacia adelante sobre la que se encuentra debajo. En el grado 2, el deslizamiento es del 50%. La escala crece de forma continua hasta el grado 5, que representa un deslizamiento del 100% (conocido como espondiloptosis).
El tratamiento también es en modo de escala. Inicialmente, suele ser conservador con fármacos y ejercicio físico para reforzar la musculatura de la columna vertebral. Si esto no surge ningún efecto y el dolor no cesa provocando algún déficit motor, el profesional a cargo recomendará, con seguridad, una intervención quirúrgica.
Se suele necesitar una descompresión, debido a que las articulaciones facetarias o posteriores -y sus tejidos adyacentes- se hipertrofian. Esto genera una disminución notable del canal raquídeo y de los agujeros de conjunción.
Por lo general, la operación se realiza vía posterior. Se utiliza un dispositivo intersomático (entre los cuerpos vertebrales) para lograr más estabilidad, asegurar la fusión e incrementar el espacio por donde pasan las raíces nerviosas. En tanto, en los casos cervicales, el abordaje suele ser por vía anterior.