Es muy probable que, al surgir algún dolor en alguna parte del cuerpo, especialmente cuando son zonas como los hombros o el cuello, muchos se hayan preguntado si se trataba de una contractura o de otra patología.

Hoy vamos a tratar de aclarar todo lo concerniente a esta lesión, para que no queden dudas a la hora de identificar las contracturas. Y en caso de que aún las hubiera, lo mejor es siempre consultar con el especialista.

Qué es una contractura

Como su propio nombre indica, se trata de una contracción involuntaria, duradera o permanente, de uno o más grupos musculares.

En este sentido, la contracción puede darse en el músculo o en general o en alguna de sus fibras. En ambos casos, esa contracción hace que la sangre no pueda llegar a las células musculares, lo que deriva en una acumulación de toxinas.

Ante esta acumulación, las terminaciones nerviosas del músculo envían señales al cerebro, y eso provoca dolor. La contractura, además, limita la actividad habitual de la persona que la sufre.

Dónde y cuándo se produce

Lo más común es que las contracturas se den en los músculos de la espalda y especialmente en la zona cervical, fundamentalmente por las malas posturas adquiridas en el día a día o por algún mal movimiento.

Una contractura es una contracción involuntaria, duradera o permanente, de uno o más grupos musculares.

Suele aparecer al realizar una actividad física inapropiada en intensidad y función, y pueden aparecer mientras se hace ejercicio, una vez acabado, o de forma residual tras haber sufrido una lesión grave.

Cómo se trata

Dado que la contractura muscular es una lesión de carácter leve, generalmente es suficiente seguir algunas medidas básicas para minimizar o eliminar por completo el dolor que generan.

Hacer reposo y evitar el ejercicio o movimiento que causó la molestia es la principal pauta a seguir. La aplicación de calor seco en la zona, ya sea mediante una manta eléctrica o de algún elemento caliente que se pueda ubicar durante un rato en la parte dolorida, es también una opción efectiva.

Hacer reposo y evitar el ejercicio o movimiento que causó la molestia es la principal pauta a seguir para curar una contractura

Alternar inmersiones de agua fría y caliente en la zona, algo conocido como baños de inmersión, también suele dar buenos resultados en algunas contracturas gracias a la vasoconstricción y vasodilatación que genera.

En algunos casos puede ser necesario recurrir a medicamentos antiinflamatorios para ayudar a la recuperación del músculo y sus fibras. También la fisioterapia es una gran aliada para sanar esta dolencia.

Cómo prevenirlas

La realización de estiramientos y de movilidad articular de calentamiento antes de realizar cualquier actividad que requiera de movimientos de contracción en repetición evitará que se produzcan contracturas en el músculo.

Mantener una higiene postural adecuada junto al material ergonómico necesario es otra de las medidas preventivas no solo de contracturas musculares, sino también de otras lesiones de la espalda y el cuello.