La playa suele tener mucho encanto para los deportistas. Es el escenario ideal para combinar relajación, descanso y actividad física. La rutina perfecta incluye, por lo general, baños en el mar, lecturas bajo la sombrilla y un poco de deportes cuando el sol se asoma o se esconde. Hay una pregunta recurrente en esta época del año: correr en la playa, ¿es bueno o malo para la espalda?
La respuesta no es para nada tajante. Esta actividad, elegida por muchos veraneantes, tiene sus pro y sus contra. Lo primero que hay que saber es que para quienes están acostumbrados a correr sobre la pista el asfalto, el terreno blando e irregular de la playa puede suponer todo un desafío.
La primera recomendación de traumatólogos y entrenadores para correr en la playa y cuidar la espalda es que si se va a transformar en una rutina de entrenamiento, hay que hacerlo de forma progresiva para que el cuerpo y el organismo se acostumbre a una nueva y diferente superficie.
Problemas y beneficios de correr en la playa
Este cambio de superficie puede afectar de manera positiva o negativa a la salud de la espalda. “La arena reduce el impacto sobre las articulaciones y eso es bueno para nuestras rodillas y nuestra espalda, especialmente, pero puede reportar más problemas que beneficios», repite por estos días el entrenador de playa Juanjo Rodríguez.
Que la balanza se incline para uno u otro lado va a depender mucho si el trote se hace sobre la orilla o sobre otras zonas de la playa.
En el primer caso, la actividad física se realiza sobre un terreno más estable. La arena mojada soporta mejor las pisadas y las zancadas, por lo que el impacto sobre las articulaciones y la espalda es menor.
Por lo tanto, para aquellas personas con dolores musculares o de articulaciones, correr por la playa puede resultar muy positivo. Sin embargo, hay que tener siempre en cuenta que en la orilla hay una ligera pendiente que puede modificar las posturas al correr.
Ahora bien, ¿qué pasa cuando se corre por la arena seca? Al ser seis veces más blanda que la que se encuentra en la orilla, se modifica el patrón y las posturas en la que se corre. El cuerpo tiende a adaptarse para no notar tanto las irregularidades
Cuando hablamos de correr por la playa en este caso hacemos referencia a hacerlo por arena seca. La arena seca es excesivamente blanda, concretamente es 6 veces más blanda que la que encontramos en la orilla, haciendo posible que se amortigüe el impacto de la carrera al 100%.
Esto puede ser contraproducente ya que, por una parte se somete a menos presión a las rodillas y a la espalda pero, por otra, se cambia el patrón y la postura en la que se corre. Las rodillas y los tobillos suelen ser las zonas más perjudicadas y afectadas.
Además, en caso de no tener un buen control postural, el tronco tiende a adelantarse, haciendo que espalda y cuello no estén en su posición natural.
Consejos para cuidar la espalda
- Siempre con zapatillas: al correr descalzo, los pies se “clavan” en la arena, lo que da mayor impulso y permite trabajar con mayor intensidad músculos como los gemelos y los cuádriceps. No obstante, la falta de rebote y de soporte puede generar problemas para la espalda.
- Evitar las sesiones largas: por la irregularidad del terreno no es aconsejable correr los kilómetros habituales. Las carreras continuas pueden suponer un problema para las articulaciones. Son preferibles los entrenamientos intensos pero cortos.
- Mejor no si hay una lesión reciente: la arena no es la mejor superficie para retomar la actividad física después de un parate por alguna lesión. En esos casos, es mejor volver al ruedo en el asfalto.