Como ya les contamos en este blog, hay diferentes tipos de lesiones que afectan a los discos intervertebrales y que dan lugar a lesiones en la espalda. Generalmente, la mayor parte de ellas son producto de un proceso degenerativo.

Las hernias discales o la degeneración por osteofitos son ejemplos de esas lesiones de desgaste que son consecuencia del paso del tiempo. Hoy toca hablar de otra de ellas: la protrusión o protusión de disco.

El disco intervertebral

Para comprender en qué consiste la protusión hay que tener claro, primero, cómo se configuran los discos intervertebrales. Los discos son las estructuras que se ubican entre las vértebras. Su función es protegerlas, así como a los nervios que salen entre ellas y a las articulaciones de la zona. Los discos se componen de tres partes: el núcleo pulposo, el anillo fibroso y el platillo vertebral.

Las fibras que componen el anillo fibroso se van degenerando con el paso del tiempo a consecuencia de las tensiones que sufre la columna. Esto genera una deshidratación que da lugar a pequeños desgarros, llamados fisuras discales.

Cuando esta situación se alarga en el tiempo, se deforman definitivamente las fibras, que no tienen apenas capacidad de regeneración.

Qué es la protusión discal

La protusión discal se produce cuando las fibras comienzan a deformarse y abombarse a consecuencia de esas tensiones. Al debilitarse, el núcleo pulposo las deforma y las empuja, produciendo una deformación de la estructura del disco.

Síntomas

Como proceso degenerativo de la columna, las protusiones discales suelen afectar de forma habitual a personas mayores de 40 años. Además es muy común que no produzcan síntomas.

Sin embargo, cuando la protusión se produce en la zona donde pasa algún nervio, sí puede generar molestias en la espalda. Lo más común es dolor en la zona cervical o lumbar en función de dónde se haya producido la lesión.

El dolor se suele irradiar al brazo cuando la protusión es cervical y a la pierna cuando es lumbar. Si la lesión llega a comprimir determinados nervios, también puede producir pérdida de sensibilidad o disminución de fuerza.

Tratamiento

Como norma general, la mayor parte de los casos de protusión discal mejoran favorablemente con tratamientos basados en la medicación, la fisioterapia y el ejercicio físico suave y controlado.

En los casos en que el especialista determina que es necesaria la intervención quirúrgica, la microdiscectomía es la cirugía más habitual para esta patología.

En qué se diferencian la protusión y la hernia discal

Esta es una de las preguntas más frecuentes. La diferencia principal radica en el comportamiento del núcleo pulposo. Cuando el contenido gelatinoso empuja y deforma el envoltorio fibroso se produce la protusión.

Sin embargo, cuando ese envoltorio se rompe y el contenido del núcleo sale de su zona es cuando se produce la hernia de disco.